23 de julio de 2014

Pequeño recordatorio perfectamente compresible



Hago esta llamada al pasado únicamente para recordarte que mi sentido de amistad está por encima de todo. No importa lo que pase, porque no vas a dejar de ser mi hermano. Lo que ha podido dañar mi vínculo contigo (por mi parte) ya está olvidado y no volverá a surgir por el simple hecho de que te echo de menos como amigo, nada más.

Con eso quiero decir que lo que te van a dar (o lo que ya te han dado, dependiendo de cuando leas esto), no implica que dejes de importarme, sino que tú eliges cuándo estás preparado para devolvérmelo. Cuándo será el momento de ser exclusivamente hermanos. Hasta entonces, sigo esperando.

Y, por encima de todo, te quiero.

25 de marzo de 2014

Fin del Primer Movimiento



Una idea, una persona, un sentimiento. Tomé el primer desvío que encontré, que resultó ser a la derecha y que me llevó a encontrarle a él. El camino fue largo, a veces tedioso y, otras, divertido, pero me cansé de estar constantemente llena de barro. Las zapatillas se me rompieron hace mucho y los pies se me han llenado de cortes demasiado profundos. Ahora necesito deslizarme entre las briznas verdes que tanto echaba de menos.

Toda acción genera una reacción. Un golpe genera un rebote y, éste, como todo movimiento, termina por detenerse. Cualquier movimiento. El Movimiento de tu Cabeza al Rebotar, por ejemplo.

Sin embargo, se seguirán sucediendo otros movimientos, en crescendo o diminuendo, en allegro o adagio… El tempo dirá. Por ahora, se introduce la siguiente parte de la composición: Traqueteando.

19 de marzo de 2014

Asco de sociedad

Me iba a callar, pero no puedo. Lo siento, soy incapaz. Va en contra de mis principios, por lo que también va en contra de mí misma.

Una vez más, el ser humano me ha decepcionado. La capacidad que tiene para amar es casi tan fuerte como la que tiene para hacer daño a los demás, incluso a costa de ese mismo amor. ¿Por qué nos dan por culo día a día con humillaciones y ninguneos? ¿Por qué lo permitimos? Porque ni siquiera somos capaces de respetarnos entre nosotros mismos. 

Y tú, que defiendes hasta la médula los derechos ciudadanos, eres incapaz de ignorar otros cuerpos en favor de aquella que te ama. Quieres una sociedad de respeto pero no guardas el más mínimo reparo antes de jugarte lo que tienes más cerca. Primero tú, luego tú y después tú. Siempre la misma cantinela. Buscas cimentar una realidad nueva y ser parte de sus raíces, pero eres el primero de esos muchos que os auto-definís la base y en realidad estáis podridos por dentro. 

Diviértete con tus luchas con pancartas y sueña con esos otros cuerpos que deseas entre sábanas ajenas. Supongo (o quizá no) que al final te darás cuenta de que tu vida no es más que un cúmulo deforme de fantasías lejanas y necesidades mal satisfechas. Tus juegos te llevarán muy lejos, sí, hasta límites insospechados, pero seguirás viviendo una mentira (la que tú mismo te has construido). Que te cunda.

Únicamente, lo siento por ella, que pensará que has cambiado. Pobre ilusa.

18 de marzo de 2014

Yo también quiero mi propia luciérnaga gigante



Hola Tate!!

Te escribo entradas escondidas desde mi rincón, en medio de la clase de traducción. Te alegrará saber que nos están instando a desayunar con estricnina y arsénico, concretamente: “Ich würde sagen, eine Person, die sich morgens zum Frühstück Strychninpaste auf den Toast streicht und Arsen in den Kaffee tut, ernährt sich ungesund” (lo traduciría, pero tienes que practicar para cumplir tu promesa/imaginaciones mías de venirte con la moi a Alemania). Pero solo lo diría (würde sagen), así que lo mismo no; que no es seguro, vamos…

Bueno, hablemos de cosas más animadas. Al final salí de la durante-casi-tres-años-camisa-de-fuerza y ahora ando mejor. No se si el putillo superstar (AKA otro Tate) te habrá comentado algo, pero me estoy recuperando. A veces me siento como si hubiese estado demasiado tiempo debajo del agua por una mala ahogadilla; una de esas que tan bien se te dan a ti en los peores días del verano (¡cómo lo echo de menos!). Mis salvavidas han sido el putillo, el chocolate y una tarrina de helado de galleta (versión MAXI), que me han mantenido fuera de la inanición y la depresión más absolutas desde el viernes.

Por lo demás, sigo jugando al pinball por los pasillos de la facultad, persiguiendo a ese que ahora (¿te lo puedes creer? Después de tanto, ahora que por fin me he decidido…) me evita. Bueno sí; bueno no; bueno no sé… And so on. Ya sabes cómo es esto. Me quedo con los brazos estirados, intentando tocar las estrellas, pero al final la noche se acaba y ellas se escabullen entre los jirones matutinos de las nubes que te acompañarán a ti a clase. ¿Yo? Pues ahí sigo, con los músculos entumecidos y agarrotados, esperando a que regresen una vez más. ¿Te imaginas mi cara el día que no lo hagan? Patético.

En fin, no hay mucho más que contar. Mis días han sido demasiado oscuros últimamente como para darlos a conocer al público y, también, sigo con lagunas debido al shock auto-provocado al que me han terminado por empujar las circunstancias. A partir de ahora, que ya he salido del agua, que me he arrastrado a la playa para recuperar el aliento y que permanezco tumbada en la arena sin creerme que haya salido viva de todo esto, puedo empezar a apreciar que las nubes de principios de mañana se terminan de disipar casi por completo a medio día. El azul del mar, el que me ahogaba, solo es una mala versión del cielo, que ahora ilumina la calma. A ver cuanto dura en aparecer la tormenta.

Te quiero.

P-tarda.

12 de marzo de 2014

Tan solo un día más...


Porque solo puedo escribir rabia, porque las palabras me sobran y, realmente, no habría necesitado más que unos cuantos minutos en silencio viéndote tomar ese café. Porque los meses de peleas y ausencia, de desprecios y promesas vacías por su parte han acabado por hacerme mella, pero aun sigo sin solucionar el problema.

Porque no soy capaz de empezar a construir fantasías, por efímeras que puedan llegar a ser, mientras siga con los cimientos de mi estercolero. Me habría encantado sentarme a tu lado y mirarte a los ojos; incluso sin palabras, que por ahora las veo de más. Pero no pude -ni puedo- hasta que saque toda la mierda que me rodea, mañana. Maldita moralidad la mía…

Porque no esperaba que te me adelantaras, contaba con este fin de semana. Tan solo para tener la oportunidad de cambiar el cristal de mi realidad versionada por fascículos. Simplemente pedía unos días más antes de acercarme a investigar lo que guardas bajo la barba. Antes de poder empezar a observar de cerca tus palabras.

Porque mis valores -mis principios- me detienen, empiezo a maldecir el día que ligué mi existencia a ellos.

7 de marzo de 2014

Pues aquí ando...

Hola capullo (AKA SuperBro):

Esta semana ha sido muy rara. He pasado de ser acosada a acosar (lo cual rima con: Jo-jo-jo FELIZ NAVI... Vale, ya paro). Por cierto, la otra noche soñe con un templo azteca, un tesoro y muchas sombras con ojos por todas partes. Pero, como había un ultramarinos a la entrada del templo y vendían helado de chocolate (sí, de ese que no me deja dormir si lo tomo muy tarde; curioso siendo un sueño), no le di mayor importancia. Por lo demás, no me han vuelto a salir más penes repentinos ni cualquier otro miembro donde no deberían, pero sí unas traducciones muy raras sobre el yoga en la vida real (tendrías que haberlo visto ja-ja-ja-ja).

Hoy he ido a que me pongan unos ojos nuevos. Los quería verdes de verdad, como los tuyos (bueno, un poco más amarillentos en realidad), aunque, como se me salía del presupuesto, he tenido que optar por otras gafas. Lástima... También son algo verdes (y negras), pero sí, lo sé... No es lo mismo. Me hubiera gustado que vinieses conmigo, ya que me he tirado cerca de 40 minutos probándome dos pares idénticos, excepto en el color. Al final, me he dado cuenta que las naranjas y azules solo se podían combinar contigo, y ya acordamos que llevar a la gente de accesorio... CACA.

Pero, sin duda, lo mejor ha sido probar el nuevo queso que encontré de casualidad marginado en una estantería del supermercado. Sabe a bacon. ¡¡Tío, SABE A BACON!! Y tiene forma de trasero descompensado, pero eso es otro tema. El resto, más de lo mismo. Progreso adecuadamente, hablo por los codos y mis neuronas funcionan cada 7 u 8 horas. Lo normal en mí, vamos.

En realidad, esto es simplemente una excusa para recordarte que sigo aquí, velando por tu felicidad. Solo espero que estés bien, que no te estén puteando mucho y que la vida no te traiga de cabeza. También espero que me extrañes algo, pero eso ya entra en el terreno de las cosas etéreas, ya sean posibles o no (y donde no tengo ningún control). Yo te echo (muchito) de menos, eso seguro. Un muchito bastante grande...

Te quiero. 

P-tarda.

6 de marzo de 2014

Primavera



Fueron los restos de lluvia, que se llevaron consigo los recuerdos del invierno, y el césped recién cortado, que contrastaba tan bien con su pelo. La chapa del porche calentándose por primera vez en el año y su risa escondida en los recovecos de la barba. Siempre la barba.



O quizá no, quizá no fue una reminiscencia húmeda y permanente, ni el césped, ni el temple… ni los golpes de aire a través de sus labios. Quizá fueran solo las continuas miradas calladas por un nosequé, reprimidas durante demasiado tiempo. La sonrisa oculta en medio de toda aquella maraña, tan apetecible como extraña. Las sorpresas constantes de su boca, que dejaba escapar el aliento atraída por…



Tampoco. Puede que solo fuera el cansancio de unos ojos atentos, siempre correspondiendo las miradas esquivas. Las ganas de escuchar de cerca la voz de cello que veía vibrar amortiguada, a lo lejos. La cerveza fría en su mano, apoyada y amarga en sus labios, se sumó a la espera, y la impaciencia hizo el resto.



“Hola. ¿Te apetece tomar algo?”

13 de febrero de 2014

Elige: ¿sexo o que te mire?

Tu voz queda me observa callada desde la esquina. Te molesta que no te haga caso, lo sé, y llego a encontrar divertida esta situación. El problema viene cuando me planteo lo que quiero; cuando me paro a pensar en ti, en mí, en ese nosotros fantasmal. No sé hasta qué punto quiero mirar en realidad a ese TÚ, o si en el fondo le estoy buscando a ÉL. Supongo que ese sería el problema número 1. 

Mi segunda duda me asalta al plantearme la visión de tu cuerpo desnudo en mi cama. Agotado y sudoroso, podrías estar esperando el desayuno o que te eche a patadas. Entre si te quiero como un perro, suplicando, o como a un igual; siempre la misma pregunta. Y lo mejor de todo es que puede que tú mismo pienses que los roles serían al contrario. ¡Pobre iluso! Aunque reconozco que hay algo de cierto en tus supuestas ideas.

Sí, ya me he dado cuenta, no te creas, de tus intenciones esquivas en las medias sonrisas que me dedicas cuando te sientes más seguro. Sé que no puedo fiarme de ti; no quiero ser el ratón. A mi me va más cazar que huir, pero tampoco me apetece que me causes indigestión. De esas ya he tenido demasiadas, la verdad. Y ahí estaría mi tercer dolor de cabeza.

El cuarto, tiene nombre y apellidos. Pero, lo peor de todo, es que a él ya le miré a los ojos. Ya le aseguré que jamás moriría. Ya es inmortal.

16 de enero de 2014

Poesía de fondo

Versión 1
 
En un rincón del sótano, escondida del dolor, está llorando. Por sus mejillas corre la tinta de los poetas perdidos, que la olvidaron en cuanto tuvieron en sus manos senos más tangibles que los de ella. El pelo de fuego se le ha ido apagando hasta no dejar ni las ascuas -negro, con briznas grises, como la más solitaria de las muertes. Pero lo más terrible son sus ojos huecos, que recuerdan y extrañan la mirada viva y rica en colores que una vez tuvieron y les fue robada. 

Se arrebuja en su esquina entre millones de hilos de lana que parecen salir de ella misma. Luego se estremece y se seca las lágrimas con dedos traslúcidos. Manos pequeñas y torpes que tiemblan; deben tener frío. Aunque tocar a los inspirados nunca le fue permitido, eso no le supuso ningún problema para llegar a imaginar cómo sería el calor de sus pieles y, ahora, hasta eso lo ha perdido. 

No me gusta verla así. Demasiado pequeña para protegerse de la experiencia y demasiado vieja para atraer la atención de los que solo viven para las cosas hermosas; ante todo, abandonada. Ya no será la poesía de los que veían más allá de la forma; bienaventurados los fondistas, de los que ya no queda ninguno. Ahora solo se fijarán en ella al destripar a algún muerto en el mejor de los funerales: "Era un buen hombre..." dirán algunos, y el pelo de carbón de la musa hará intenciones de reavivarse, hasta que le vuelvan a echar más agua fría. 

Definitivamente, ya casi nadie se acuerda de ella. ¿Notas cómo desaparece? Ni siquiera aquí recordamos su nombre. Mírala: ya apenas se ve su sombra. 

Le falta poco para extinguirse. 

Muy poco.

Ahora.


Versión 2


En un rincón del sótano, escondida del dolor, está llorando. Por sus mejillas corre la tinta de los poetas perdidos, que la olvidaron en cuanto tuvieron en sus manos senos más tangibles. El pelo de fuego se le ha ido apagando hasta no dejar ni las ascuas, pero lo más terrible son sus ojos huecos, que recuerdan y extrañan la mirada viva y rica en colores que una vez tuvieron y les fue robada. 

Se arrebuja en su esquina entre millones de hilos de lana que parecen salir de ella misma. Luego se estremece y se seca las lágrimas con dedos traslúcidos. Manos pequeñas y torpes que tiemblan, seguro, de frío. Aunque tocar a los inspirados nunca le fue permitido, eso no le supuso ningún problema para llegar a imaginar cómo sería el calor de sus pieles y ahora, hasta eso lo ha perdido. 


No me gusta verla así. Demasiado pequeña para protegerse de la experiencia y demasiado vieja para atraer la atención de los que solo viven para las cosas hermosas; ante todo, abandonada. Ya no será la poesía de los que veían más allá de la forma; bienaventurados los que la buscaban, de los que ya no queda ninguno. Ahora solo se fijarán en ella al destripar a algún muerto en el mejor de los funerales.  


Ya casi nadie se acuerda de ella. ¿Notas cómo desaparece? Ni siquiera aquí recordamos su nombre. Mírala: ya apenas se ve su sombra. 


Le falta poco para extinguirse. 


Muy poco.


Ahora.

 

1 de enero de 2014

Yo cierro los ojos, pero tú no me sueltes

Tan solo porque nunca imaginé que acabaríamos así. Porque la noche empezó con malos modos y sueños robados, pensé que no iba a terminar nunca. Creo que lo peor fue cuando te ví. Reías, otra vez con todos menos conmigo, y yo no quise tener que golpearme de nuevo el cerebro contra las paredes de mi cabeza para que otro dolor sustituyera a la decepción. Opté por ignorarte, morderme las ganas de chillarte por tu insensibilidad de ni siquiera mirarme. Pero no tenía derecho a hacerlo... hasta que tú me lo diste. 

A veces te mataría, de verdad, simplemente por hacerme creer que ya la tenías a ella y no necesitabas más mirada que la suya. MAMÓN. Pero supongo que me toca perdonarte los malos ratos, ya que me temo que tú tendrás que perdornar muchos míos. Sin embargo, ahora no quiero promesas que no se van a cumplir, que de esas ya me encargo yo. Sabes que solo busco que comas conmigo algún día que otro y empieces a engancharte al compás de nuestras respiraciones. Puede que, incluso, luego quieras volverte tan adicto como yo, pero eso ya lo iremos viendo. Y sí, eres un cabrón con pintas, aunque eso ya lo sabíamos ambos, ¿no?

27 de diciembre de 2013

Serie de Micros y Música III - Alunizaje forzoso

[Teóricamente, este micro debería haber sido publicado antes de Brindemos por vuestro amor, pero por problemas técnicos no pudo ser. Sí, están relacionados de algún modo y la canción también se puede aplicar al otro.]

Sé que no debería. Soy plenamente consciente, pero no puedo evitarlo. Me conformo tan solo con una sonrisa aunque me esté muriendo por más... Soy así de idiota. Me preocupo de tus caras de cansancio, de los pliegues bajo tus ojos; de las marcas de mordiscos invisibles en tus labios y en tu piel. Y agonizo de envidia.



A veces, siento que los mechones oscuros que te enmarcan deberían estar prohibidos. Otras, desearía tener permiso para deslizarlos entre mis dedos, para ser tu descanso y tu apoyo desde el que mover el mundo, y tú el placer de mis besos; mucho me temo que la vacante ya ha sido ocupada.

Ya sé, ya sé. Soy idiota. He sido la primera en admitirlo, ¿recuerdas? No hace falta que me lo repitas. No suspires. No hagas nada. Me voy a estrellar. Ya lo he asumido, pero, por favor, no dejes de sonreírme.

25 de diciembre de 2013

Brindemos por vuestro amor

A veces me sorprendo buscando inconscientemente tu nombre todavía. Entonces me molesto conmigo misma, me reprendo y me prometo no volver a hacerlo (Eso te suena, ¿verdad?). Parece ser que no eres el único en arrepentirse mil veces, aunque creo que yo, además, disfruto cada vez que pienso en lo que nunca podré alcanzar. Tus caras de extrañeza cada vez que cambio de actitud hacia tu persona me reconcomen y me da rabia que pienses que me eres indiferente, que no sepas cómo actuar conmigo, pero tampoco puedo dejar que me conozcas. Acercarte a mí supondría acercarme a ti, y temo llegar a destrozarme el alma si me presentas al amor de tu vida.

Sí, ya he oído los rumores. Tú mismo se lo declaraste al mundo ¿recuerdas? Y no veas cómo jode. Cada noche trato de asumirlo, pero los sueños no paran de repetirse. Todas tus actitudes encajaban tan bien en mi maravilloso mundo de chocolate que aun no puedo asimilar que sea simplemente una farsa mal traducida, un producto de mis tristes fantasías (de mi marginado cuerpo). Tu cabello no se ondula por mí, ni tampoco te saco las mejores sonrisas. Creo que, si me lo repito lo suficiente, conseguiré interiorizarlo y tu imagen dejará de perseguirme. ¿No sería fantástico que pudiese, por fin, sostenerte la mirada?

No sé qué narices me pasa contigo, ni por qué tengo tantas ganas de estar a tu lado, aunque solo sea tomando cañas. Es como si te quisiera haber conocido desde siempre, pero dejándome detalles para poder seguir averiguándote. Siempre queriendo llamar tu atención y llegando a imaginar (¡Qué locura!) que tu querías llamar la mía (¡Ja!), cuando ni siquiera lees esto. Sé que no es amor (no soy tan estúpida), pero no puedo deshacerme de ello tan fácilmente. Solo deja que pase el tiempo ¿vale? Y, por encima de todo, no dejes nunca de sonreír(me).

26 de noviembre de 2013

El problema de ir a LAT02 en uno de mis días poco humanos

Oh, genial, ahora empezamos con temas morales básicos. Venga, vamos a alienarlos, ¿por qué no? Convirtámoslos en una mera cuestión de moda y sociedad. ¿Dónde se sigue la moda de asesinar? ¿Dónde la de violar niños? Voy a pedir billete express hacia allí. 

¿Traducirías también los chillidos de esos niños torturados, masacrados, violados? Oh, tú, traductor ejemplar. El dolor, el amor, la dignidad son temas culturales ¿no? ¿Los traducirías también a la lengua que asesina por moda? Allí no lo asimilan. ¿Qué harías entonces, traductor modelo? Yo te lo diré: silenciarles.


25 de noviembre de 2013

Serie de Micros & Música II - Los colores del mundo en Madrid

Sábado por la mañana, un día cualquiera. Qué equivocación. Escapamos a Madrid, persiguiendo la prisa por divertirnos. Nos perdimos en su maraña subterránea y le dijimos adiós al futuro con la mano; solo importaba ese momento, esas risas. Era momento de darle juego al color. Chillamos, comímos, inventamos y bebimos historias que se nos deslizaban de las mangas. Absurdas o reales, nos dio igual. Solo importaba que no era un sábado cualquiera. 



Más tarde, con el estómago ya atestado, jugué con las volutas de humo tu pelo de camino al postre. Tú me arrastraste por pasillos interminables de cosquillas y nos deslizamos por líneas tan verdes como tus ojos. Bueno no, tan verdes no. En ese día finito (un ojalá eterno) se nos subió el mundo a la cabeza. Nadie ha podido bajarlo aun.

Serie de Micros & Música I - Un nombre en 20 minutos

Veía pasar pájaros de metal en compases de 3/4. Las notas se escurrían por las ventanillas del vagón y reflectaban la luz blanca en miles de colores distintos; todos sonriéndole a él. A cada segundo que pasaba, mayor era el calor, mayor la necesidad.


El parpadeo constante de los túneles le impedía empaparse de sus miradas a traición. Buscando suspirarle, se mordió el labio, pero no era ahí donde debían reposar sus dientes. Lo notaba. Entonces, las puertas se abrieron de golpe y el viento le alborotó las ideas. En el suelo, un papel. Dentro, el nombre de él.

20 de noviembre de 2013

No quiero despertar

[El sueño]

Solo un segundo, una migaja reposando en tus labios, una caricia descuidada. Tu mirada divertida y expectante contra mi continuo pavor al rechazo. 

Saber de tus sonrisas al cruzarnos, de tus ganas de que te mire y pensar que lo he soñado. Ver señales difusas en el vacío y ansiar que estén destinadas a mí. Me matan tus palabras cuando consigo arrancártelas, aunque no logre estar a la altura de tus musas. Me marean tus músicas, que se me cuelan en las entrañas hasta el punto de no poder comer, dormir, oír nada más. 

Y ahí estoy yo, viéndote reír con otros y recordando tus labios cazando los míos.

28 de octubre de 2013

Pequeños retazos de realidad y mucha imaginación

[Laberinto]
 
Perseguirte hasta en sueños se ha convertido en mi sentido. Te busco en los aromas, en las esquinas quemadas de Madrid: de gente, besos y sudor. Tus labios se me aparecen en los labios de todo el que me cruzo y rastreo, de vistazo en vistazo, sus pieles tras el recuerdo de tu saliva.

Recorro las calles que hablan de ti con ansiedad casi palpable y me estremezco cada vez que descubro algún lugar que guarda las impresiones de tus expresiones. Trato por todos los medios de toparme descuidadamente con tu sombra en la pared y jadeo cada vez que la lluvia me sorprende girando demasiadas esquinas en tan pocos segundos; quizá sea solo porque no puedo evitar pensar en que, a lo mejor, también estás en la calle, con pequeñas gotitas violando tu rostro, tu cuello, tus manos (en mi pelo); quizá porque quiero creer que en la siguiente esquina te encontraré así.

14 de octubre de 2013

No agobiarse en caso de caer en la oscuridad

Tiempo; eso es lo único que necesitas para darte cuenta de que todo a tu alrededor se desmorona. Para comprender que las personas que elegiste por encima de otras no son las que realmente querían quedarse a tu lado; para descubrir que las que apartaste siguen esperando que algún día regreses al suyo. Ya ha empezado, y sin embargo...

No todos los errores son irremediables, pero es bastante probable que las elecciones mal hechas traigan graves consecuencias si no les pones remedio, aunque todavía no quieras verlas.
Solo espero que te des cuenta antes de que sea demasiado tarde. Hasta entonces, seguiré aguardando amigo mío. Aún no estás solo.

8 de julio de 2013

Carta de despedida (por ahora)

Tu sudor prestado me abruma, pero aun te necesito. Vivo una agonía constante cada vez tengo que dormir sin enredarme contigo y tu calor me lleva a la contradicción; eres importante para mí (lo sé, lo sabes), aunque a veces me da la sensación de que ya no lo soporto más. Hablamos de demasiadas noches sin dormir, de muchas vueltas y más calor. Calor. CALOR.

Me rodea por todas partes esa sensación pegajosa del agobio, pero sigo sin poder dejar de depender de ti. Eres tú todo mi sueño, mi tranquilidad desde hace muchos años. Tú, que me has salvado de los peores golpes en situaciones en las que mi cuerpo no respondía y me has acunado en el tuyo sin pedir explicaciones. Sé que te he hecho daño muchas veces, cuando te usaba para desahogarme con palizas que no les podía dar a otros... Lo siento.

Nunca me has fallado, de verdad, por lo que esto no es exactamente una despedida. No te asustes. Solo te estoy pidiendo un par de meses; en septiembre todo volverá a la normalidad, así que no te agobies. Te echaré de menos (más de lo que te imaginas), pero si sigo contigo por más tiempo me temo que, cuando vuelva la necesidad de atarme a ti, solo seré un mar a tu costado. Por favor, no me culpes, solo es el calor del momento y en dos meses todo habrá pasado.

Me despido. Un último abrazo hasta entonces, querida almohada.

2 de junio de 2013

Relata a ciegas, escucha palpando.


A menudo, las personas hablan de cosas que desconocen, quieren hacerse creer a sí mismos que no conocen sus sentimientos y pretenden que los demás crean que todo lo que dicen es lo que en realidad sienten. Una vida oscura, llena de recovecos y sombras, sin ningún orden ni concierto. Buscan una aprobación, una palmadita momentánea en la cabeza que les anime a seguir con su autoengaño, con su absurda misión de convencerse a sí mismos de que tienen razón.

El tema viene a ser siempre el mismo. El amor causa angustia, ansiedad y dolores de corazón, aunque más de cabeza. Y el desconocimiento del amor, el falso amor, rompe las finas líneas de la cordura como si fuesen papel de fumar. Del enamoramiento se degeneran trastornos obsesivos en los que se persigue al objeto de nuestra fijación mientras este huye de nosotros despavorido. Pero también es verdad que a veces nos corresponde.

Cierto, esas veces. Nos repeinamos, inundamos nuestros cuerpos de esa agua olorosa, que dista mucho de ser aromática pero que, sabemos, le encanta al otro. Y así, engominadas nuestras cejas, nos encaminamos al encuentro de nuestros sueños. Escribimos pues, cartas de amor desde rincones melancólicos en los que suspiramos por nuestra particular “Lucía, amada mía; Laura, Beatriz, hermosa Penélope que me has dejado el corazón desplumado y temblando ante tu omnipresencia, la cual llega hasta mis sueños (especialmente en estos)”.

De este encanto finito despertaremos con un par de gritos y algún que otro gesto sumamente desagradable que no seamos capaces de soportar. Entonces, ese amor (que habremos reivindicado como verdadero contra todo y todos) dejará de parecernos inmortal y se convertirá en una farsa. Sustituiremos los corazones entrelazados y las promesas construidas sobre cimientos de algodón por suspiros lacrimógenos y tendencias depresivas. Desengañados, acusaremos a los medios por querer vendernos felicidad empaquetada en cajas de bombones para San Valentín e instaremos al resto a que despierten, que abandonen esa basta fantasía que les tiene tan aturdidos. “Es solo una droga. ¡Desintoxicaos!”.

Después irán a por lo que realmente merece la pena de la vida. El sexo es sano, divertido y te mantiene en forma. Los que no sepan aceptar esta forma de vida, por cruel que parezca a los sentimientos, volverán a caer en la mentira del amor y sufrirán de nuevo. Se repetirán a sí mismos cada día que su nuevo intento de felicidad volverá a fracasar y recularán en cuanto las mariposillas en el estómago empiecen a escasear, si no se van detrás de otro cuerpo llamativo antes.

Los que decidan ser fuertes y sí tomen la primera opción, nunca mas querrán hacer caso a su corazón por mucho que este les chille agonizando mientras ven a su “solo estamos de lío” enredando la lengua en la boca de otro. En esos momentos jurarán hasta delante del mismo diablo que no les importa lo más mínimo, pero se llevarán a medio mundo a la tumba por volver a conseguir una sonrisa de esa NIT (Not Important Person).

De hecho, ni siquiera los que vayan a por todas tendrán salvación, pues al final harán muchos amigos despistados y muchos enemigos conscientes de sus intenciones (con lo que ni estarán satisfechas las necesidades de los que toman el camino físico, ni las de los que llevan las gafas de cristales rosas).

Entonces, ¿cuál es la solución? Si sacudirnos de encima los sentimientos no es viable y sumergirnos en la vorágine dolorosa que terminan representando tampoco, ¿qué hacer? ¿Cómo actuar cuando todas las opciones llevan al mismo sufrimiento y a la misma perdición?

Aquí llega el planteamiento del que nadie quiere oír hablar, pues todos son muy conscientes de lo que les pasa por sus hermosas cabecitas arregladas y les hace bullir la sangre de locura y pasión, datos que remarcan una y otra vez con una dignidad propia de un chorlito. Pero ¿qué pasa entonces con esas parejas que realmente comen perdices aun sin tener el capital suficiente para permitírselas? Quizá el problema es que el amor que designan como verdadero no lo es tanto y durará, como mucho, cuatro o cinco años. Quizá es que no se dan tiempo a que se desarrolle, que no tienen paciencia y que le dan demasiada importancia a los retortijones de tripas.

Quizá, también, con mucha paciencia sí se pueda llegar a vivir ese amor que se encuentra en la realidad muy de vez en cuando y se lee demasiado a menudo en novelas que valen más por su portada que por su contenido. Quizá se puede entonces llegar a ser algo más que una huella dolorosa en la vida del otro. Quizá el primer paso no sea compartir la mayor cantidad de fluidos posible, sino aprender a ser amigos, desinteresados de todo lo que no sea la felicidad y el bien del otro (situación rara donde las haya en la sociedad actual).

Quizá sea entonces, estando la amistad consolidada, cuando se tenga que trasladar eso al ámbito de la pareja, para poder alternar las caricias y los besos con el entendimiento sobre el otro. Y el último quizá, y solo quizá para aquellos que no sientan el más mínimo interés por cambiar su mentalidad al leer estas líneas, también sea necesario acostumbrarse a ceder aun cuando sabemos que tenemos la razón (siempre y cuando no se vaya en contra de los principios más básicos de uno), saber perdonar y (cortesía de JJR) aprender a aburrirse juntos.